martes, 28 de junio de 2011

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- Sentir bajo mi cuerpo el suave tacto de la arena, arrancar pequeñas florecillas silvestres e ir deshojandolas poco a poco, levantar la mirada y ver la imagen del mar a lo lejos, sentir sus labios sobre los mios con aquel beso de chocolate que inventó aquella tarde sentados en aquella cafetería, aquel verano en aquella ciudad, oír correr el agua en el cauce del río, oler el aroma de su perfume, aquel perfume que le regalé el día de su cumpleaños; estar enamorada; sentir lo que nunca había sentido, las mariposas en el estómago y el escalofrío al volver a escuchar su voz.
.. Y derrepente, despertar, darme cuenta de que todo había sido un sueño, comprender que la vida perfecta solo existe ahí, en los sueños.

Sólo fue un sueño...